jueves, 30 de junio de 2016

Fibra, esa gran desconocida

No se si te lo han dicho pero sino ten por seguro que te lo dirán dentro de poco, pero tienes que aumentar la cantidad de fibra que tomas en tus alimentos.

Pero, ¿que es la fibra? ¿cómo se come?

Tenemos dos tipos de fibras:

Hay dos tipos principales de fibra, soluble e insoluble (o viscosa). Ambas tienen beneficios para la salud pero solo la fibra soluble reduce el riesgo de tener una enfermedad cardiaca porque ayuda a reducir el colesterol LDL (el malo).


La fibra procede de las plantas. Nuestro organismo no puede digerirla o absorberla (es decir, no nutre). Pero es vital para nuestra salud. Los alimentos ricos en fibra pueden ayudarte a reducir tu riesgo de tener una enfermedad cardiaca, pero es que también son buenos para el aparato digestivo y para la salud en general.


Aun mas, comer alimentos ricos en fibra puede ayudarte a sentirte saciado tomando pocas calorías, lo cual es una buena elección si necesitas perder peso.

La diferencia entre los dos tipos se debe especialmente a su acción en el aparato digestivo. La fibra insoluble pasa por el intestino en gran parte sin digerir y ayuda a que el colon funcione adecuadamente. Se encuentra en alimentos integrales, frutas (con la piel), vegetales y legumbres (lentejas, garbanzos, judías).


La fibra soluble se disuelve en el intestino formando una especie de gel, que impide parcialmente la absorción del colesterol y la grasa a través de la pared del intestino. Las investigaciones demuestran que las personas que aumentan su ingesta de fibra soluble en 5-10 g al día tienen un descenso del 5% en su colesterol LDL. Se recomienda que ingieras al menos 5-10 g de fibra soluble al día, lo que contribuirá́ a una mayor reducción en su colesterol LDL.

Una recomendación: aumenta de forma gradual la cantidad de fibra en tu dieta. Un aumento brusco de fibra puede causarte retortijones o hinchazón abdominal.

¿Como se puede añadir fibra soluble a la dieta?

Es fácil. Aquí́ tienes algunos consejos para aumentar tu ingesta de fibra soluble de forma sencilla:

Elige cereales de desayuno, fríos o calientes, como harina o salvado de avena que tienen 3-4 gramos de fibra por ración.
Añade frutas como plátano, melocotón, manzana, fresas, moras u otras frutas con los cereales.
Come la fruta entera, en lugar de, o además de beber su zumo (una naranja tiene 6 veces mas fibra que un vaso pequeño de zumo de naranja).

Por ultimo añade alubias, garbanzos o lentejas a las ensaladas.

Algunos consejos sobre frutas y vegetales


Una buena forma de reducir grasa saturada, es aumentar el consumo de fruta, verduras y de alimentos bajos en grasa saturada. Las frutas frescas además de ser sabrosas nos ofrecen mucha variedad y requieren poca o ninguna preparación.


Los frutos secos, se pueden llevar incluso en el coche. Intenta mezclar pasas con nueces o almendras y conseguirás exquisitos aperitivos. Solo una advertencia: si necesitas vigilar las calorías, limita la ingesta, y no tomarlos “además de”, sino en sustitución de otros platos.


Aumentar el consumo de frutas y vegetales te aportará además otros beneficios: tu dieta será́ mas rica en fibra, vitaminas antioxidantes (C, E y beta carotenos) y minerales. Además, la fruta fresca y los vegetales son bajos en sodio.

Así que ya sabes, si quieres mejorar tu digestión, evitar el riesgo de infarto y bajar de peso, a tomar mas fibra cada día.

Saludos.


Luis Perona

jueves, 23 de junio de 2016

¿Adictos a la comida basura?

Hace unos días leía un articulo en el diario El País que hablaba sobre la adicción a la comida basura, ya que según un periodista llamado Michael Moss,  parece que 
la comida procesada que media humanidad engulle a diario, incluye ingredientes que la industria inyecta en sus productos para hacerlos más atractivos.

Aquí os dejo lo mas interesante de lo  que se publicaba:

El asunto es alarmante porque describe a los consumidores compulsivos de esta comida como adictos, y señala a la industria alimentaria como la responsable del alud de obesos, infartados, diabéticos e hipertensos que asola estados Unidos y parte del mundo.


Moss es un periodista de casta, fue Premio Pulitzer en 2010, y  ha invertido cuatro años en una investigación apasionante para descubrir la cara más tenebrosa de la industria de la alimentación. “Escribir este libro ha sido como estar dentro de una historia de detectives, pero no he sufrido represalias o amenazas de la industria. El libro está basado en testimonios documentados y datos fehacientes, no había forma de rebatirlo. De hecho, las multinacionales ya están trabajando para cambiar sus dinámicas a resultas de lo que expongo en él”.

Con gran cantidad de datos y declaraciones, el periodista explica cómo los titanes de la industria alimentaria, guiados por sus aparatosas y carísimas divisiones científicas, manipulan sus alimentos no solo para que resulten apetecibles, sino para que los consumidores queramos más y más.


Crean adictos en cadena, merced una trinidad devastadora de sustancias que enloquece al cerebro. Azúcar, grasa y sal.

“Muchos expertos coinciden en señalar que la principal causa de la epidemia de obesidad en Estados Unidos es que el país tiene dependencia cada vez mayor de la comida procesada, lo que conlleva problemas de salud y gastos. La venta de estas comidas procesadas tan americanas fuera de Estados Unidos está haciendo que el problema se extienda por todo el planeta”. El asunto es tan grave, de hecho, que incluso en China, un país que parecía ajeno a los lípidos, se está disparando la tasa de obesidad a velocidad de crucero.


Las multinacionales de comida procesada se escudan en el liberalismo más descarnado para sacudirse las pulgas –resumiendo, "cada uno es responsable de lo que come"–, pero recurren siempre al azúcar, la grasa y la sal para hacer sus productos irresistiblemente apetitosos, sabedoras de la adicción que generarán entre sus entusiastas y del daño que infligirán a su salud.

 “Tienen unos departamentos científicos y de marketing tan extraordinarios que incluso la persona con la voluntad más férrea no podrá evitar la tentación de comer montones de su comida basura”. Están en todas las estanterías. Salsas, zumos, snacks, galletas, embutidos, quesos… Un porcentaje elevadísimo de los alimentos procesados que compramos en el súper, incluso productos que nunca habríamos dicho que podrían llevarlos, está impregnado de estos elementos a los que tanto nos cuesta decir que no.

“Hay que distinguir el uso que nosotros hacemos de la grasa, el azúcar y la sal para cocinar del uso que hace la industria. Ellos necesitan utilizar cantidades enormes no solo por el sabor, sino por incontables razones técnicas que permitirán que el producto pueda permanecer meses en el supermercado sin estropearse.”


Casi toda la comida procesada que compramos en el hipermercado contiene azúcar. Lo enmascaran, lo diluyen, buscan nuevas encarnaciones para que este peligroso maná pase desapercibido incluso en productos que no deberían ser dulces. 
La grasa es un opiáceo gastronómico que ataca directamente el nervio trigémino y empapa pizzas congeladas, barritas de chocolate, comida precocinada; nos atrae como la miel a las moscas y a diferencia del azúcar, no parecemos tener límite cuando se trata de engullirla. 
La sal, por su parte, es un corrector milagroso, intensifica el sabor y hace que los snacks, patatas y galletas procesadas no sepan a suela de alpargata. Nos la meten a paladas en todos los alimentos imaginables.


¿Cómo se pueden combatir, pues, tres drogas tan omnipresentes como el azúcar, la grasa y la sal? ¿Aplicamos la misma legislación que al whisky y los cigarrillos? “Veo bien que el gobierno aplique un impuesto a los refrescos, sobre todo si el dinero recogido se invierte en programas para ayudar a la gente más afectada por el consumo de bebidas azucaradas”, confirma el experto. “Pero los controles que tenemos para el alcohol y el tabaco no valdrían para la comida, porque la comida es distinta. Los causantes del mal no son los refrescos o la comida procesada per se, sino el consumo abusivo de estos productos”.


Moss asegura que este “es un mensaje que debería inculcarse a los niños cuando están en desarrollo de sus hábitos alimentarios. Es vital que en las escuelas se inculque a los pequeños el hábito de cocinar y comprar alimentos beneficiosos para su salud”. Y parece que la industria no es ajena al creciente interés del consumidor por comer sano. Es muy consciente de ello.

De hecho, el libro Adictos a la Comida Basura no demoniza las multinacionales alimentarias. Las contempla como máquinas colosales de generar dinero. Punto. Es lo que mejor hacen. Y no dejarán de hacerlo. “Su cometido es claro: amasar miles de millones vendiendo el mayor número de productos posible. 


Se trata de una lucha desigual; la industria siempre tendrá argumentos para desactivar las invectivas contra la comida procesada. “Su mayor poder son los puestos de trabajo. Puede argumentar que dan trabajo a cientos de miles de trabajadores. Incluso la administración Obama ha sucumbido al argumento de que un cambio de dinámica en la industria alimentaria sería un duro golpe para la economía estadounidense. Llevará mucho tiempo construir un nuevo escenario y generar puestos de trabajo”.


“Me sorprendió comprobar que hay muchos ejecutivos de la industria que no comen los productos de su empresa". desvela Moss. "También los había que mostraban serios recelos acerca de su línea de trabajo. Estos ejecutivos han intentado persuadir a sus empresas para que cambien y hagan comida más sana, pero las multinacionales están tan obcecadas en aplastar a sus competidores que no escuchan”.

Es una revelación de un valor incalculable para terminar. Los que mueven los hilos de la comida procesada no tocan sus productos ni con un puntero láser, pero nosotros seguimos cayendo. Los gastos sanitarios siguen disparándose. El sobrepeso se reivindica como una epidemia global. Si en este contexto perturbador Adictos a la Comida Basura hace que nos lo pensemos dos veces antes de ponernos una patata frita en la boca, ya podremos hablar de un enorme triunfo. Nadie dijo que desengancharse fuera fácil.

Parece mentira, ¿verdad?, los que trabajan en esas fabricas no se comen sus productos, pero los venden en todas partes para ganar dinero.

Por tanto pregúntate, si están metiendo toda esa porquería en la comida y cada vez necesito mas, ¿no necesitaré hacer una desintoxicación?

El asunto es serio, porque cuanto mas tiempo pases comiendo lo mismo, mas difícil te será salirte del circulo vicioso y mas perjudicarás tu salud.

Saludos.

Luis Perona.


jueves, 16 de junio de 2016

Grasas, ¿malas o buenas?

Para muchas personas, la grasa tiene connotaciones negativas sobre la salud. Sin embargo, la grasa es un nutriente esencial e imprescindible para la vida. Las grasas constituyen uno de los principios inmediatos más importantes de la alimentación humana. Contribuyen a satisfacer las demandas de energía (un gramo de grasa aporta 9 kcal) de ácidos grasos esenciales (linoleico y linolénico) y de vitaminas liposolubles (A, D, E y K). Además, la grasa se necesita para mantener una piel saludable. Y se incorpora a los tejidos y órganos corporales, determinando la composición y función de las membranas celulares.
Aunque nuestro organismo necesita grasa, un exceso de grasa, especialmente saturada aumentará los niveles de colesterol en sangre.

¿Qué tipos de grasa hay?

Grasa total
Es la suma de la grasa saturada, “trans”, mono insaturada y poli-insaturada en los alimentos. Los alimentos tienen una mezcla variable de estos tipos de grasa. El factor de la dieta que más influye en tus niveles de colesterol LDL es el tipo de grasa que consumes. No todas las grasas aumentan el colesterol, por lo que la grasa total no es en sí misma un objetivo clave en tu tratamiento para la reducción del colesterol.



Pero es importante vigilar la ingesta total de grasa por dos razones: la grasa es densa en calorías y si necesitas perder peso, limitar la ingesta de grasa te ayudará. Muchos alimentos ricos en grasa total también lo son en grasa saturada. Por lo tanto, si consumes alimentos bajos en grasa total tomaras menos grasa saturada. Elige grasa insaturada, preferentemente mono insaturada (aceite de oliva).

Grasa saturada
Esta grasa normalmente es solida a temperatura ambiente y en frio. Se encuentra en grandes cantidades en los alimentos de origen animal como carnes rojas, piel del pollo, embutidos, productos lácteos enteros y mantequilla, así́ como en algunos aceites vegetales como los de coco y palma.
La grasa saturada es el factor de la dieta que más aumenta el colesterol en sangre. Los estudios demuestran que un aumento de grasa saturada en la dieta eleva los niveles de colesterol LDL.

Las poblaciones que tienden a comer más grasa saturada tienen mayores niveles de colesterol y más riesgo de enfermedad coronaria que aquellas con un bajo consumo. Reducir la cantidad de grasa saturada en la dieta es una forma efectiva de bajar el colesterol LDL.

Quizás hayas leído que las grasas “trans” suben el colesterol de igual forma, pero en la dieta se toma menos grasa “trans” que grasa saturada. La ingesta media de grasa saturada es de 4 a 5 veces mayor que la de grasa “trans”. Es importante mantener la ingesta diaria de grasa saturada por debajo del 9% de las calorías que consumes. La siguiente tabla muestra la relación entre los gramos de grasa saturada que puede tomar en un día y los diferentes niveles de calorías.


Grasa insaturada
Esta grasa normalmente es liquida a temperatura ambiente y en frio. Se encuentra en aceites vegetales, nueces y otros frutos secos, aceitunas, aguacate y en la grasa de pescados grasos. Hay dos tipos de grasas insaturadas:

mono insaturadas y poli-insaturadas. Cuando se usan en lugar de las grasas saturadas, ayudan a reducir los niveles de colesterol en sangre. La diferencia es que la grasa mono insaturada puede elevar los niveles de c-HDL, mientras que la grasa poliinsaturada los reduce.
La grasa mono insaturada se encuentra en alimentos de origen vegetal especialmente en el aceite de oliva y en los frutos secos.

El aceite de oliva está constituido principalmente por acido oleico (acido graso mono insaturado), que ayuda a reducir el colesterol-LDL y aumenta el colesterol-HDL. El aceite de oliva protege de la oxidación, reduce la presión arterial y la inflamación y disminuye la tendencia de la sangre a formar trombos.

En el mercado podemos encontrar tres clases diferentes: aceite de oliva, aceite de oliva virgen y aceite de oliva virgen extra. Estos dos últimos se obtienen del prensado en frio de la aceituna, sin manipulación térmica ni química. Esto permite que no se pierdan los componentes minoritarios, en especial los antioxidantes y compuestos fenólicos que son sustancias con cualidades protectoras sobre la salud cardiovascular. También tiene un alto aporte de vitaminas liposolubles, especialmente la vitamina E. Estas cualidades del aceite virgen le da un valor añadido frente al “aceite de oliva” que es una mezcla de aceite de oliva refinado y aceite de oliva virgen o virgen extra. El aceite de oliva virgen, constituyente básico de la dieta mediterránea, es y deberá́ continuar siendo la grasa culinaria fundamental de la dieta española.

La grasa poli-insaturada también se encuentra en aceites vegetales, , así́ como en las nueces y otros frutos secos. Dentro de este grupo de grasas se encuentran los “ácidos grasos esenciales” conocidos como omega-6 y omega-3. Estos no pueden ser sintetizados por nuestro organismo, y por lo tanto tenemos que obtenerlos a partir de nuestra dieta. Un buen equilibrio entre ambos reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular. Se recomienda: una relación omega-3: omega 6 entre 1:5-1:10.

Los ácidos grasos omega-6 abundan en los aceites vegetales de maíz, girasol y soja. Y también se encuentran en el aceite de oliva. Los ácidos grasos omega- 3, se encuentran fundamentalmente en los pescados grasos o azules, como salmón, sardina, boquerones, atún, caballa etc. y en algunos alimentos como las nueces. No afectan a los niveles de colesterol LDL pero pueden ayudar a proteger el corazón porque previenen la aparición de arritmias, reducen la presión arterial y disminuyen la tendencia a formar trombos. Además, las grasas omega-3 también pueden reducir los niveles de triglicéridos.

Grasa “trans”
La grasa “trans”, o ácidos grasos “trans”, se encuentra principalmente en alimentos que han sido hidrogenados. La hidrogenación es un proceso en el cual el hidrogeno es añadido a la grasa insaturada para hacerla más estable y solida a temperatura ambiente, y más adecuada para su empleo en la preparación y procesado de alimentos. Algunas grasas “trans” también se encuentran de forma natural en grasas animales, como productos lácteos y algunas carnes.

Los ácidos “trans” aumentan el riesgo de infarto de miocardio más que cualquier otro nutriente. También se asocian a un aumento del riesgo de diabetes. Este tipo de grasas es mucho más perjudicial para la salud que las grasas animales. Esto se debe a que aumentan el colesterol LDL (malo) y disminuyen el colesterol HDL (bueno), actuando sobre mecanismos de inflamación que aceleran el desarrollo de ateroesclerosis. Para evitar los peligros sobre la salud, no se debe consumir más de 1 g diario de grasa “trans”.

La grasa “trans” se encuentra en aceites baratos utilizados para la fritura en sitios de comida rápida, alimentos precocinados, bollería industrial, pastelería y galletas, helados, patatas fritas “de bolsa”, aperitivos, chucherías y palomitas de microondas. Su objetivo es conservar la duración de los alimentos, mejorar su sabor o favorecer la estabilidad en la fritura. Además, son más baratos que otras grasas vegetales.

Las grasas “trans” también pueden estar en lugares insospechados como en los suplementos dietéticos. 

Comprueba  la etiqueta para elegir los productos alimentarios que tengan la menor cantidad de grasa saturada y grasa “trans”. Si la grasa “trans” no está indicada en la etiqueta fíjese en la lista de ingredientes. Busque grasas hidrogenadas o aceites vegetales parcialmente hidrogenados, que a menudo indican la presencia de grasas “trans”.

Mantén baja la ingesta de grasa “trans”.

Colesterol
El colesterol de la dieta eleva los niveles de colesterol en su sangre, aunque no tanto como la grasa saturada. Sin embargo, los dos se encuentran a menudo en los mismos alimentos. Así́ que limitando la ingesta de alimentos ricos en grasa saturada, reducirá́ también su ingesta de colesterol.

El colesterol dietético procede solo de alimentos de origen animal, especialmente del hígado y otras vísceras; yema de huevo y productos grasos, como lácteos enteros, mantequilla, nata, quesos y carnes grasas.
Mantenga su ingesta de colesterol por debajo de 300 miligramos al día. Use la información nutricional del etiquetado de los productos para ayudarse a elegir aquellos productos bajos en colesterol.

Como ves, las grasas no son malas, pero no todas son buenas, la idea es utilizar las correctas para que nuestro organismo funcione bien.

Saludos.

Luis Perona