Una de las cosas que mas me sorprendió durante mi estancia en el hospital fue que me daban una pastilla de omeprazol antes de cada comida.
Yo preguntaba a los médicos para que me la daban, si a mi no me dolía el estomago.
La respuesta era siempre la misma, es el protocolo.
¿Y ya esta?
Pero el protocolo será por algo, por si me dan medicación que me afecte al estomago o algo parecido.
Pues no. Es el protocolo y punto.
Por tanto ante la falta de respuestas dejé de tomarlas, y como estaba sin ningún problema, nadie me pregunto si lo tomaba o no.
Me he encontrado con un montón de personas a las que les ha sucedido lo mismo, por tanto la pregunta es, ¿que consecuencias tiene el Omeprazol?
Un articulo del diario EL PAIS de esta semana lo comentaba. Aquí os lo dejo:
La
introducción del omeprazol, a finales de la década de 1980, supuso un avance
espectacular en el control de las enfermedades relacionadas con el ácido
gástrico, en comparación con la cimetidina y la ranitidina, que eran los
medicamentos que se estaban utilizando con este fin hasta entonces.
Estas
son las situaciones y enfermedades digestivas en las que el uso del omeprazol,
o alguno de sus derivados, es adecuado y está aceptado. Sin embargo, en la
actualidad, el omeprazol está sobreprescrito en nuestro país: se considera que
del 54% al 69% de las prescripciones son inadecuadas. Es el principio activo de
mayor consumo, con un total de 54 millones de envases, que representan el 5,9%
del total de envases facturados en 2015, según se recoge en el Informe Anual
del Sistema Nacional de Salud 2016. Además, comparativamente con el resto de
Europa, 85 personas de cada 1.000 están tomando omeprazol o un derivado
diariamente en España, mientras que en Noruega son solo 30 de cada 1.000 y 27
de cada 1.000 en Italia, un 70% por encima de la media europea.
La
consideración del omeprazol como un simple “protector” gástrico, sin
prácticamente efectos adversos, ha disparado su utilización, en muchos casos
sin una indicación clara, o por síntomas no asociados a una hipersecreción
ácida.
El
omeprazol y sus derivados, de forma general, se han considerado medicamentos
seguros, con algunos efectos adversos, en su mayoría leves, como cefalea, estreñimiento,
diarrea, dispepsia, erupciones cutáneas; y otros más raros, como la deficiencia
de vitamina B12 y de magnesio; osteoporosis, con mayor riesgo de fracturas, y
mayor riesgo de infecciones intestinales, todos ellos en pacientes que reciben
alguno de estos preparados a largo plazo.
Desde
hace algún tiempo, se ha sugerido que el uso de omeprazol a largo plazo aumenta
el riesgo de que aparezcan lesiones gástricas premalignas, como pólipos,
atrofia y metaplasia intestinal (transformación de la mucosa gástrica en otra
de tipo intestinal), así como de cáncer de estómago.
Algunos
estudios han demostrado que el riesgo de cáncer de estómago se incrementa hasta
un 43% entre las personas que utilizan el omeprazol durante largo tiempo, si
bien no se tuvo en cuenta el papel que podía jugar en ello la infección por
Helicobacter pylori (se ha demostrado que la erradicación de esta bacteria
reduce el riesgo de desarrollar cáncer gástrico, pese a lo cual una proporción
considerable de estos individuos pueden continuar progresando a cáncer de
estómago aún después de eliminarla).
Un
estudio reciente, publicado el 31 de octubre de 2017 en la prestigiosa revista
inglesa Gut, concluye que el uso de omeprazol (o derivados) a largo plazo se
asocia con un riesgo de cáncer gástrico 2,4 veces mayor en sujetos en los que
se había eliminado Helicobacter pylori (siendo aún mayor en aquellos que
seguían teniendo la infección por aquel germen). El estudio también confirmaba
que el riesgo de cáncer de estómago aumentaba con la dosis y duración del uso
de este tipo de fármacos, y recomendaba que los médicos deberían (deberíamos)
tener cuidado y rigor al recetar omeprazol a largo plazo a los pacientes,
incluso en aquellos en los que se haya erradicado Helicobacter pylori.
La
consideración del omeprazol como un simple “protector” gástrico, sin
prácticamente efectos adversos, ha disparado su utilización, en muchos casos
sin una indicación clara, o por síntomas no asociados a una hipersecreción
ácida
En
este orden de cosas, y pensando siempre en la seguridad de los pacientes, cada
vez más se tiende a deprescribir el omeprazol, es decir, a reducir la dosis,
suspenderlo o usar dosis "bajo demanda" en adultos que hayan
completado un tiempo mínimo de 4 semanas con aquél como tratamiento de la acidez
de estómago o del ardor (enfermedad por reflujo gastroesofágico) de intensidad
leve a moderada cuyos síntomas ya estén resueltos, sin seguir a partir de
entones con el medicamento. Con bastante frecuencia, esto no se suele hacer y
el paciente puede continuar sine die con el omeprazol, sin ser ya necesario.
En
pacientes que tienen un esófago de Barrett (condición en la cual el
recubrimiento mucoso normal de la porción terminal del esófago es reemplazado
por uno de características diferentes, similares al del estómago, que está
producido por la exposición de esa porción de la mucosa al ácido gástrico, como
consecuencia de un reflujo gastroesofágico prolongado), una esofagitis grave o
antecedentes de una úlcera gastroduodenal que haya sangrado en algún momento,
sí que se recomienda continuar con la protección que proporciona este fármaco.
En
términos generales, los beneficios del tratamiento con omeprazol, tanto a corto
como a largo plazo, superan los posibles riesgos o efectos secundarios, siempre
y cuando la indicación clínica de su administración, la dosis y duración del
tratamiento sean las adecuadas
Por tanto como tu salud solo le importa a ti, debes ser tu el que pregunte para que te prescriben un medicamento, y si la respuesta no te convence, tienes dos opciones o pides al medico que te lo explique bien o cambia de medico.
Tu salud es tuya y por tanto tu decides como cuidarla.
Saludos.
Luis Perona.
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