Os paso un articulo del comidista del diario EL Pais que apareció hace unas semanas, es un poco largo, pero da muchos detalles de porque es tan mala la comida procesada. Espero que os guste.
"Es
posible que lo recuerden: durante décadas circuló en las puertas de los
colegios de toda España la leyenda de que alguien -no se sabe quien- estaba
dando droga a los niños. Su modus operandi variaba según la provincia: en
Madrid, por ejemplo, nuestras madres nos alertaban contra las calcomanías
impregnadas en una misteriosa sustancia que te regalaban a la salida y te volvía
adicto. Un dispendio digno del más maléfico de los carteles que nunca llegó a
confirmarse. Lo que sí es cierto es que muchos de aquellos niños se acabaron
enganchando, en concreto, a los Bollycaos, Tigretones o Panteras Rosas que sus
madres les ofrecían. Las únicas camellas, con perdón, en toda esta historia y
la única droga, acaso, que circulaba. Y también, curiosamente, con su pegatina:
los famosos Toi entre otros, ¿se acuerdan?
Si
en los noventa eran esas calcomanías las que generaban pánico entre los padres,
hoy deberían ser los productos ultra procesados. Nuestra generación creció́
entre cromos de Bollycao, sí, pero nunca antes se ha tenido el acceso que se
tiene hoy en día al azúcar, las grasas o la sal en cantidades tan desmesuradas,
y eso es gracias a esta clase de pseudoalimentos omnipresentes en nuestra vida
cotidiana.
¿Qué
son los productos ultra procesados?
La
diferencia entre comida y ultra procesado es sustancial, y la explica Carlos Ríos,
dietista, nutricionista y autor de la web Realfooding: “Estos productos son
preparaciones industriales comestibles elaboradas a partir de sustancias
derivadas de otros alimentos. Realmente no tienen ningún alimento completo,
sino largas listas de ingredientes. Además, estos ingredientes suelen llevar un
procesamiento previo como la hidrogenación o fritura de los aceites, la hidrolisis
de las proteínas o la refinación y extrusión de harinas o cereales. En su
etiquetado es frecuente leer materias primas refinadas (harina, azúcar, aceites
vegetales, sal, proteína, etc.) y aditivos (conservantes, colorantes, edulcorantes,
potenciadores del sabor, emulsionantes...)".
"En
este grupo", prosigue Ríos, "podemos encontrar, desgraciadamente, el
80% de los comestibles que venden en los supermercados: las bebidas azucaradas,
precocinados, bollería, carnes procesadas, galletas, lácteos azucarados,
postres, dulces, cereales refinados, pizzas, nuggets, barritas energéticas o dietéticas,
etc.”. Hay otros productos procesados (sin el ultra) que sí son saludables,
porque o no interfieren o mejoran la calidad del alimento: buenos ejemplos serian
el aceite de oliva, los quesos artesanos, las conservas de pescado, verduras o
legumbres, además de las hortalizas o pescados congelados.
¿Por
qué gustan tanto?
“Los
ultra procesados están fabricados para promover su máximo consumo y para ello
cuentan con características organolépticas de procedencia industrial, que
estimulan el apetito de manera intensa. Además, en nuestro entorno abundan por
todas partes de manera muy accesibles e irresistibles y la publicidad nos
persigue para que los compremos. Cuanto más ultra procesados consumimos, menos
comida real está presente en nuestra dieta. Por lo que perdemos calidad por
doble partida”, expone Ríos.
¿Realmente
son tan insanos?
“La mayoría
de estos alimentos contienen al menos una de las siguientes sustancias: sal, grasas
poco saludables, azúcar y aditivos, aunque en la mayoría de los casos presentan
las cuatro a la vez", explica la también nutricionista Andrea Sorinas.
"También es muy común la presencia de harinas refinadas en estos
alimentos. Todas estas sustancias no solo nos aportan calorías vacías, sino que
son perjudiciales para nuestra salud”.
Si
nos fijamos más en sus ingredientes descubriremos que predominan los aditivos,
conservantes, estabilizantes, emulsionantes, disolventes, aglutinantes e
infladores, edulcorantes y potenciadores sensoriales de color y sabor. “A
menudo, para la fabricación de un alimento muy procesado, se elimina una parte
muy importante del alimento original. Un ejemplo podría ser el refinamiento de
las harinas en el que se elimina el salvado y el germen del cereal, que son
partes del alimento indispensables para que este sea saludable”, abunda
Sorinas, dietista y nutricionista.
¿Crean
adicción?
¿Oyen
eso? Son sus arterias pidiendo socorro. Porque este tipo de productos “baratos,
cómodos, apetitosos, accesibles y que se conservan durante mucho tiempo”, nos
pueden crear un cierto habito o dependencia, afirma Sorinas. El asunto tiene su
miga, porque además de contra la publicidad o nuestra pereza, luchamos contra
la genética y nuestro cerebro. Un reciente estudio presentado en el marco de
las Sesiones Científicas de 2017 de la Sociedad Americana de Nutrición reveló
que existe relación entre lo que consumimos y una serie de variantes genéticas.
La
investigadora Silvia Berciano es la autora principal de este trabajo, dirigido
por José́ María Ordovás, y lo explica así́ a El Comidista: “El estudio
confirmó esa hipótesis revelando nuevas asociaciones entre diferentes genes y
nutrientes: la variante en el gen del receptor de oxitocina OXTR está asociada
con un mayor consumo de chocolate, la variante en CREB1 se asocia a una mayor
ingesta de sodio, potasio y magnesio mientras que la variante en FTO, a un
menor consumo de fibra y vegetales. Otras variantes en SLC6A2 se relacionan con
una mayor ingesta de grasa total y mono insaturada. Y la variante en GABRA2 con
un mayor consumo de sodio. Por ultimo, el consumo de azucares añadidos estaría
relacionado con la variante en SLC6A5”.
Así́
que lo que solemos decir sobre si uno es más de salado o de dulce tiene su razón
científica. ¿Pero la comida, dulce o salada, genera adicción? “Depende de como
se defina adicción: si la definimos como una conducta caracterizada por la búsqueda
compulsiva de recompensa (placer) a pesar de las consecuencias nocivas que
conlleva este comportamiento, es razonable decir que la comida, en efecto,
puede generar adicción. Seguramente no en cualquier individuo, sino en
individuos con una predisposición genética (más los factores ambientales que
hacen que se manifieste la adicción) igual que sucede con otras adicciones”,
precisa Berciano. A esto, súmenle los colocones que se pilla el cerebro con los
productos ultra procesados. Escuchen: “Lo que genera la sensación de placer al
tomar alimentos de palatabilidad alta -aquellos ricos en azúcar, grasa y sal-
es la secreción de dopamina, serotonina y distintos canabinoides en respuesta
al consumo de estos alimentos, lo que llamamos la respuesta hedónica a la
ingesta”.
¿Son
los ultra procesados culpables del aumento de la obesidad?
España
tiene un índice de obesidad del 17% -17,5% en hombres y 16,5% en mujeres- según
los datos de la ultima Encuesta Europea de Salud de 2014. Este estudio se
realiza cada cinco anos: vaya usted a saber como estaremos en 2019. Pero el
panorama, a tenor de otros análisis más recientes, pinta curvilíneo. Ahí́ va un
spoiler: el Estudio Nutricional de la Población Española, que publicó en 2016
la Revista Española de Cardiología, hablaba ya de un 39,3% de españoles que sufrían
sobrepeso y un 21,6, obesidad. Es decir, más de la mitad de la población
(60,9%) de entre 25 y 64 anos. Y si ponemos el foco en los niños, la cosa no
mejora: dos de cada diez niños tienen sobrepeso y uno de cada diez es obeso,
tal y como se desprende de la ultima Encuesta Nacional de Salud.
“La
comida ultra procesada está detrás de los problemas de obesidad de este país",
asegura Javier García, tecnólogo de los alimentos. No solo en los niños, también
en los jóvenes. Un joven de 25 anos que se independiza, ¿qué va a comer? Pues
ya te lo digo yo: Yatekomo, que es una mezcla de pasta ultra refinada con un
potenciador de sabor. Tú llámalo como quieras, pero eso no es comida. ¿Quieres
algo rápido? Ábrete una lata de pimientos de piquillo y le pones otra de atún;
eso es comida rápida. Pero, claro, la lata de atún y pimientos sumados valen
3,20 euros. Y el Yatekomo algo más de un euro”.
“Se
trata”, insiste García, “de concienciarse y comer comida. Por un lado, tenemos
la materia prima, que son aquellos productos que vienen directamente de su producción
y que llegan al consumidor tras una mínima transformación: la leche fresca, el
pescado del mar, las frutas, verduras u hortalizas. Luego hay alimentos que se
transforman algo más y que serian los primeros procesados: pasta, pan, aceite
de oliva, garbanzos de bote, unos guisantes ultra congelados. Pero la matriz
sigue siendo esa materia prima, porque aunque estén procesados no han tocado la
base del alimento”.
Pero
los ultra procesados no tienen una matriz original. Una galleta no es un
alimento. Hay que huir de los refrescos, zumos procesados, bollería industrial...
“Esa acumulación de grasas, azucares y sales es insana. Si tú te tomas una
tostada de salmón con aguacate y un melocotón, ahí́ también hay grasas y azucares.
Pero con un ejercito de nutrientes que compensa, distribuye y gestiona eso. Si
te tomas un donuts hay grasa, azúcar y sal y no hay ejercito de nada”, razona
nuestro experto.
¿Qué
partes de nuestro cuerpo daña el consumo de ultra procesados?
Para
pensar en su incidencia sobre la salud hay que volver a retrotraernos a
aquellos anos mozos de panteras rosas y batidos de chocolate: bendito páncreas,
lo que tuvo que soportar. Y lo que soporta aun hoy, porque no es solo que
podamos engordar, es que podemos enfermar. Una bebida energética y un paquete
de Donettes, pongamos, le suponen al páncreas unos 200 gramos de azúcar que
puede gestionar un día, dos, tres, pero que a la larga y semana tras semana, le
acaba volviendo loco. La insulina se dispara “y se crea una alteración a nivel metabólico,
lo que se llama diabetes tipo 2. El cuerpo tiene un exceso hepático de grasa. Y
esto nos genera colesterol alto porque por el azúcar se accede al colesterol. Y
acarrea también problemas de tipo cardiovascular y además como sobra tanta energía
pues el cuerpo la acumula en forma de grasa y de ahí́ que la obesidad, la hipertensión
cardiovascular y la diabetes del tipo 2 estén tan asociadas a este tipo de
productos ultra procesados”, aclara García con contundencia.
No
es para tomárselo a broma. Las enfermedades cardiovasculares siguen siendo la
primera causa de defunción en España. Por eso, este truco de la nutricionista
Andrea Sorinas es vital: “Hay que centrarse en consumir alimentos sin etiqueta
y sin lista de ingredientes, alimentos frescos de primera necesidad como
frutas, verduras, hortalizas, legumbres, frutos secos, semillas, cereales
integrales, huevos, carne y pescado frescos. En caso de llevar ingredientes, un
truco muy fácil es evitar todo lo que contenga más de tres ingredientes en su
etiqueta”. ¿Fácil, no?
¿Qué
medidas se están tomando contra este problema?
Con
estos índices de obesidad, cabe preguntarse qué se está haciendo o qué
medidas hay en marcha para paliar este problema de salud mundial. Tal vez la solución
estaría en gravar las bebidas azucaradas para subvencionar, de alguna forma, la
fruta. Preguntamos al Ministerio de Hacienda, pero de momento la aplicación de
un impuesto a las bebidas azucaradas está paralizada, según nos confirmaron
fuentes de ese gabinete. Y todo ello a pesar de que el Gobierno anunció esta
medida en diciembre de 2016, un gravamen que sí está vigente en Cataluña, por
ejemplo, donde las latas de refresco cuestan un 7% más que en el resto de España.
Y en otros países del mundo. Respecto al tema de la fruta es algo que, ahora
mismo, tampoco entra en sus planes.
Y la
industria que fabrica estos productos, ¿qué dice?
Descubrimos
otro hecho que hace arquear las cejas. Las empresas más importantes que fabrican
ultra procesados están adheridas al Plan de Hábitos de Vida Saludables (Havisa)
del Ministerio de Sanidad: un plan de comunicación creado para promocionar hábitos
de vida saludables en la población española. Allí́ figuran, por ejemplo, compañías
como Bimbo (actualmente propietaria de las marcas Donuts y Bollycao), Coca
Cola, Gallina Blanca (Yatekomo), Pepsico (Lay ́s), Nestlé, Grefusa o Ferrero
(Kinder sorpresa). Esa. Esa misma cara es la que puse yo.
Desde
El Comidista tratamos de contactar con todas esas empresas. Pero solo tres -
Pepsico, Nestlé y Gallina Blanca- nos contestaron. En el caso de Pepsico
–Lay`s, Pepsi, 7 Up o Doritos- destacaron el compromiso de esta compañía “en
seguir mejorando su variedad de alimentos y bebidas para satisfacer las
cambiantes necesidades de los consumidores mediante la reducción de los niveles
de azucares añadidos, grasas saturadas y sodio en su gama de productos”.
Nestlé
nos remitió́ a sus 10 Compromisos Nutricionales como “mejorar el perfil
nutricional de los productos, ofrecer una información transparente y
responsable al consumidor e impulsar programas de educación nutricional y
fomentar hábitos de vida saludables”. En el caso de Gallina Blanca, nos
contaron que desde 2006 cuentan con la Plataforma Nutrición y Salud de Gallina
Blanca. “Un programa de reformulación para reducir el contenido de sal y grasas
en las recetas de los productos de esta compañía”.
Fuentes
del Ministerio de Sanidad explican, por su parte, que entre los mensajes
acordados para su difusión por estas empresas se encuentran: ‘Desayuna todos
los días, come más fruta y verdura, camina 30 minutos al día o utiliza las
escaleras en lugar del ascensor’. En 2016, añaden, se acordó́ introducir una
nueva leyenda: "Se recomienda el consumo moderado de sal, grasas y azucares".
“Este nuevo mensaje, igual que el de ‘infórmate: lee la etiqueta de los
alimentos y bebida’, pretende concienciar de la importancia de realizar
elecciones saludables de los alimentos para conseguir una dieta variada,
equilibrada y moderada”.
Aunque
reconocen: “La realidad es que nuestra alimentación está siendo poco
equilibrada, con bajo consumo de frutas, verduras, y de fibra y un elevado
consumo en sal, grasas y azucares añadidos, calorías y con una calidad
nutricional cada vez más alejada de nuestra tradicional dieta mediterránea.
Estamos abandonando nuestra dieta tradicional y además el sedentarismo está
adquiriendo una dimensión cada vez mayor instalado en nuestro trabajo y nuestro
ocio. No obstante, la obesidad, al ser un problema multifactorial, necesita un
abordaje integral, multidisciplinar y multisectorial: toda la sociedad debe ser
consciente de este problema”.
Creo que el mensaje es claro, si el producto que compras tiene etiqueta, léela, y si no entiendes lo que contiene, no lo compres.
Saludos.
Luis Perona.
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